La semana ha sido intensa. Tras la llegada a Jerusalén triunfante y festiva para celebrar el Pésaj y reunirse en el cenáculo para compartir el seder, nadie podía imaginar que aquel grupo de amigos iba a terminar de aquella manera. Seguro que más de uno, el sábado por la mañana, pensó en aquel minuto más que podían haber pasado despiertos, despidiéndose, de haber sabido el final en el Huerto de los Olivos, o cuando negaron haberlo conocido después de abandonar al "Maestro" en su Pasión y Muerte.
Todos han perdido a una persona importante en sus vidas, alguien a quien amaban, un gran amigo con el que han compartido largos y buenos momentos y ahora, esto, un dolor desgarrador que les quema por dentro, encerrados, temerosos... nosotros también hemos tenido esta experiencia en algún momento. Un sentimiento de vacío interior, tristeza, desconsuelo, de falta de ilusión, una necesidad de llorar pero hay una gran diferencia, nosotros, los cristianos, no nos quedamos en las tinieblas del Viernes Santo, nos preparamos para la Gran Fiesta que se celebrará en la noche del Sábado, conocedores del fin de la historia, conocedores de SU Resurrección.
✍️ Anónimo
📷 Internet
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