A mediados del siglo XX, un grupo de miembros de la Adoración
Nocturna, deciden crear una nueva cofradía en Úbeda e integrarla en el orden
cronológico que por aquella época se seguía en las cofradías ubetenses. Qué
mejor motivo que el de representar la institución que Jesús nos deja, donde se
perpetúa su presencia junto a todos nosotros: La Eucaristía.
De esta cofradía recuerdo vagamente algunos detalles de esos
inicios desde el templo de San Nicolás de Bari, su particular traje de
estatutos, con ese manto burdeos que nos traslada al Jerusalén de Jesús. En mi
retina sigo guardando el especial desfile de la banda de cornetas y tambores de
la Cruz Roja, con su paso marcial y sus emotivos toques. El atajar por calles
donde no era habitual pasar, para volver a presenciar la banda, que resultaba
muy peculiar y distinta al resto de cofradías.
Pero lo principal y que a día de hoy continúo viviendo es el
grandioso trono, con trece imágenes sentadas a la mesa, que preside Jesús,
instituyendo la Eucaristía.
Con una señal profética, Jesús manifiesta que se da
enteramente por la salvación del hombre. Con un acto de amor Jesús se hace
presente para siempre entre los suyos.
Ahora bien, de ese conjunto de imágenes destaca Jesús acompañado
de los doce apóstoles, de ellos tres sí están bien identificadas: Pedro, Juan
Evangelista y Judas Iscariote, el que por treinta monedas entregó al Maestro.
Los demás, Santiago, Andrés, Bartolomé, Felipe, Judas Tadeo,
Mateo, Santiago el Menor, Simón y Tomás, los vemos sentados a la mesa pero
quedan en el anonimato, después de la muerte de Jesús y tras un tiempo en la
oscuridad, saldrán a la luz plena y a la alegría. Evangelizan y reafirman un auténtico
compromiso con el enorme sacrificio que Jesús realizó por todos los hombres.
Posiblemente, nosotros al igual que ellos, de manera anónima
y alejada pasamos por esta vida sin un firme compromiso cristiano.
Que al paso de este peculiar
guión de cofrades, acompañando la belleza del conjunto de imágenes que representa
el maravilloso momento en que Jesús convierte el pan y el vino en su cuerpo y
su sangre para hacerse presente entre nosotros, no pase desapercibido en
nuestra vida. Seamos conscientes del enorme sacrificio de Jesús al que podemos
acercarnos en la oración y muy especialmente en la Eucaristía.
✍️ Francisco Rienda Ruiz
📷 Manuel Jesús Orcera
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