Desde siempre y para siempre este
es y será el día de la oración del Vía Crucis en Úbeda. Día de Noche Oscura
para el alma que aunque muy distinta a aquella que dibujara San Juan de la Cruz
sigue siendo día recogimiento y oración. Úbeda bajo la relativamente joven y al
mismo tiempo ancestral gubia de Francisco Palma Burgos pasea una crucifixión en
forma de carmelitana oración que se hizo salesiana para rejuvenecer el espíritu
de los cofrades.
Catorce estaciones, catorce
rezos, catorce peticiones, catorce miradas al cielo que se llena de los ojos de
un Cristo de la Noche Oscura que muerto resucita nuestras ilusiones. Cada
iglesia, plaza o calle que recorre cada año se llena de la fuerza que trasmite
una oración que sale del alma de cada cofrade que se arrodilla para poder mirar
la cara de un Jesús inerte que transmite la vigorosa fuerza de del alma
renovada.
Ni la oscuridad, ni el frío, ni
el temor a la muerte ni la soledad o el vacío que eso puede provocar frena la
pujanza del vía crucis hecho oración que reconforta nuestras almas dando vida a
nuestro a veces dormido corazón cristiano.
Parece que fue ayer pero más de cincuenta
años contemplando esta sobrecogedora imagen hecha oración han cincelado en el
suelo ubetense un cultivo que cada año brota en el Martes Santo como un cereal espigado
que en Úbeda se convierte en alma cofrade labrada.
Y no podía Úbeda tener mejor
complemento que Nuestra Madre y Señora de las Lágrimas que desde la lejanía
acompaña a Jesús. Una Virgen llena de la juventud de los cofrades de San
Nicolás que dan vida y confortan en la oscuridad de la noche.
Desde que hace más de una década
Alfonso Castellano diera vida a la Madre del Martes Santo todo se ha conjuntado
de tal manera que el silencio se hace ruido en plegaria de los cofrades, la
oscuridad se transforma en iluminadora esperanza para los niños que protege San
Nicolás, el alma torturada por los pecados se une al corazón de una madre que
perdona y ayuda.
El Santuario de María Auxiliadora
y la iglesia de San Nicolas se funden en el Martes Santo ubetense que desde el
recogimiento se aferra con la oración a la superación del llanto que provoca el
pecado de la humanidad que en la penitencia de los pies descalzos se convierte
en el perdón que el alma ubetense, en una noche oscura, ruega a una madre que
nos protege bajo su manto celestial.
El Martes Santo ubetense da solución a esa controversia que sacude a Jesús que tiene que enfrentarse a los líderes religiosos de su época que cuestionan su predicación. Con una oración, con una petición, con una limosna y con el alma de cada cofrade que se eleva a Dios los ubetenses rezamos para que Cristo en cada Noche Oscura de nuestras vidas nos proteja y María limpie nuestras Lágrimas bajo la protección que evoca la Madre que nunca nos abandona.
✍️ Francisco González Martínez
📷 Francisco González Martínez
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