El Lunes avanza rápido y casi sin darnos cuenta nos emplaza en la maravilla arquitectónica que surgió de la piedra, la maqueta que en siglos pasados soñaran, diseñaran y ejecutaran, para orgullo de los ubetenses. La Plaza Vázquez de Molina será testigo de un cortejo de azules nazarenos que desde la Basílica Menor de Santa María acompañarán a su palio de plata a través de empedrados y una caprichosa orografía. Un conglomerado de viejos balcones que circundarán la vieja ciudad amurallada a través de estrechas calles, ajustadas vías que desembocarán en la Plaza radiante en la que iniciábamos la noche, permítanme callejear y volvamos hasta cuadrarnos ante la puerta de la Adoración de la Basílica Menor de Santa María, mezclémonos con el azul y blanco de los niños de ése cortejo que lentamente hasta aquí ha llegado y postrémonos para llegar a Dios a través de Ella, porque hoy Úbeda se ha impregnado de la Purísima, la Castísima, la Inmaculada, la Admirable, la Prudentísima, la Clemente, el Espejo de la Justicia, el Arca de la Alianza, la Rosa Mística, la Torre de David, el Trono de Sabiduría, el Refugio de los Pecadores, la Madre de Amor, Lágrimas y Auxilio, Esperanza, Caridad, Fe, Penas, Dolores, Amargura, Angustia, Soledad, Nazaret y Paz y sobre todo María Llena-de-Gracia.
✍️ Anónimo (Cofrade de la Virgen de Gracia)
📷 Carmen Jurado Gámez
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