Aún retumban en los oídos los ecos de los cohetes de la traca que anunciaba la triunfal entrada de Jesús en el Jerusalén de la Trinidad, cuando al perfilar la caída vespertina del día siguiente, un mar de azul como el cielo, inunda las calles de nuestra ciudad. Es Ella, la llena de Gracia, la Reina del Lunes Santo, la que al asomarse con grácil paso por la puerta de Santa María, da color al inicio de la noche de ese lunes. Color y olor a azahar, color y devoción mariana, color y luz cobijada en farol de forja, color y trabajo de costal.
El casco viejo te espera, María llena de Gracia y dulzura. Te espera en un lunes donde no se pone el sol, pero Tu lo eclipsas y lo sustituyes siendo el sol de la noche.
Entre tanto El, el Señor paciente, sentado expectante a los acontecimiento venideros , aguarda en la clausura junto a las monjas, para poder decirle al pueblo, en su oración meditada, que lo que llega es amor. Amor bajo la pasión de un costalero que ha cambiado su costal blanco por un capuz morado, pero ora con la misma devoción.
Lunes de costal, lunes de Gracia y Pasión, lunes que incita a meditar el porqué tienes que sufrir para que alcancemos la gracia eterna los demás.
✍️ Luis Carlos Arriaga Pineda
📷 Luis Carlos Arriaga Pineda
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