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DOMINGO DE RESURRECCIÓN, SANTÍSIMO SACRAMENTO. POR ANTONIO JOSÉ CAMPOS.


Cuando la Semana Santa alcanza su cénit en el sepulcro abierto y vacío de San Nicolás, las 
trompetas de la paz y el gozo que pregonan la gran noticia de todos los tiempos: ¡El Mesías ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!, nos convocan y devuelven al seno de la primitiva comunidad apostólica que permanece, junto a María, llena de dudas y de miedos, pero alegre y emocionada por el asombro de contemplar al Resucitado. Es la comunidad que se reúne y celebra el misterio de la Vida desde el Arca de El Salvador en la procesión del Santísimo Sacramento por la plaza de Úbeda para la Humanidad. 

La monumental capilla funeraria abre de par en par las puertas de esos miedos y tristezas del Sábado Santo para enseñar a la Ciudad de Semana Santa el rostro resplandeciente del que es la Vida en abundancia, Jesús Eucaristía, muerto y resucitado por ti y por mí, por toda Úbeda, como cada año, para restaurarnos de la oscuridad del pecado y de la muerte y devolvernos la esperanza.

Es el atardecer de nuestra Semana Santa donde brilla luminoso el Sol de la Custodia la mañana de Pascua para pasar por esa luz de la alegría pascual todas las vivencias que hemos acumulado otro año más en la retina de nuestro corazón y llenarlas de significado, comprendiendo una vez más el sufrimiento y el sinsentido de la historia más grande jamás contada. Para que podamos entender tanto Amor de los amores derramado en la Cruz, esta entrega del Justo de los justos. 

Como a las mujeres y a los apóstoles nos envía a Galilea. De San Nicolás peregrinamos a El Salvador. Allí lo veréis, allí lo veremos. Cada Domingo, cada misa, en el memorial de su Pasión, Muerte y Resurrección, que acabamos de guardar y acumular ya en la memoria y que nos llevará a otra Semana Santa recordándonos la gran verdad de estos días. Sabiendo que el fracaso necesario para rescatarnos es sólo aparente. Porque Él vive, su luz desde el Salvador caldea nuestros débiles corazones después de 7 días exhaustos y su Pan vivifica nuestras certezas sabiendo que un día también nosotros viviremos con Él. Es el misterio de cada Semana Santa que nos empuja a emprender el camino de nostalgias en busca de una nueva. 
En ella también nos encontraremos.

✍️ Antonio José Campos Martínez 
📷 Antonio Jesús Hidalgo Campos

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